En el claustro de las vicisitudes se oyó la campanada
para peregrinar por el alivio de tus ojos:
Un recreo viví en aquellos días de la cuita
Alivio que perduraba correteando por
la laguna turquesa de aquella miel volátil.
5 minutos duró el recreo que me devolvió a la alegría cabal;
En el goloseo de tu Espíritu reviví la pureza de la infancia
inabordable,
Y en tus dedos de hada suave olí el perfume del albedrío.
Por un minuto volvió el erotismo resucitado en el recreo de
tus ojos… Después
volví a la carga, increpado por la vileza de mis molinos. Y te
escribí un verso
de pie quebrado.
dnld, 22 de junio de 2015