La existencia que no te tuvo a ti fue un Universo
por donde no anduvieron las hadas ni los duendes.
En la desazonada vida que no te tuvo a ti
cada día ha anochecido más de golpe.
Vivir sin tu existencia ha sido una mansión en cuyas
piezas
los niños jamás han dejado un garabato.
La existencia que no te tuvo a ti fue un Blancanieves
que no tiene bosques verdes: un Cenicienta sin zapato.
Es la llama en la farola que flamea agonizando...
alumbrando
todo a menos.
Vivir sin tu existencia fue rezar plegarias a
sabiendas de que Dios nos oye en otro idioma:
Luengos vados que no tendrán sembrado almendros.
Celebérrimas novelas de las que no se ha conseguido
testimonio cursivo de un apunte:
En la existencia que no te tiene a ti
la primavera duró un poquito menos.
La existencia sin ti es un jardín con limonero
ausente.
Vivir sin ti ha sido una semana sin los viernes;
una vida entera sin barquitos de la infancia.
Es una adolescencia que no tiene el primer beso.
Vivir sin tu alegría fue una escuela que no tiene
travesuras,
Un pupitre de madera que no tiene corazones
grafiteados sobre el ébano.
Es un jardín de rosas sin el rojo, un Espíritu sin
Cielo;
Un espacio en el Edén sin plantar flores.
Vivir sin tu existencia fue una Biblia que no tiene
Adán ni Eva:
Un año sin Sant Jordi.
Damián Nicolás López Dallara
22 de junio, 2014
A la memoria de Carmen Falcón
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