viernes, 5 de diciembre de 2014

Para estas Navidades



Queridísima mía,

En Finlandia los maestros ya no enseñarán más manuscrita. Ese es un motivo para que la gente tan sensible como tú se entristezca enormemente: puesto que en un futuro no muy lejano, estos amorosos epistolarios que tanto amor causan al escribirse y tanta expectativa producen al recibirlos, se irán extinguiendo como hoy pueden extinguirse los cómicos marsupiales o las ballenas líricas. Por eso aprovecho que aún es posible estremecerte a través de estas sensibles notas cursivas, y espero con todo mi corazón y mi más vivo cariño que todo lo que te  he escrito a lo largo de este tiempo llegué a tus manos para estas Navidades. Hoy desperté y no pude evitar el recuerdo de nuestras canciones. Como si me las estuvieras cantando al oído...

dnld, diciembre 2014



miércoles, 26 de noviembre de 2014

Cuantas veces habré dicho (8 versos)





Cuantas veces habré dicho “Esta es la última vez
que te nombro en un soneto”;
Sin embargo en el próximo cuarteto
tus miradas cifran coplas por rimar.
Tu luz ha sido y es aún esa cascada
Que me atraviesa de polo a polo el alma:
El canto alegre de esas aguas me dictó
Cada palabra del libro que te nombra.


 





25 de noviembre, 2014
dnld







Le petite mort









Me sigues haciendo falta. En medio de tanta incompetencia, incredulidades e injusticias, el pensamiento de ti es la única felicidad en mí mismo. Y siempre que te recuerdo, tu carita feliz me devuelve la esperanza en el futuro. Es bien cierto que he oído otros te amo y otros te amo pronuncié. Pero algunas cópulas me compartieron contigo, durante los espectaculares segundos de la pequeña muerte.




domingo, 16 de noviembre de 2014

Una tumba de piedra para un ba-báu







¡¡¡¡¡Qué friiiiiiiio!!!! Salamanca y las paupérrimas pedanías ya no tendrán en sus ornamentos los colores que se combinan con el amarillo feliz de la luz: zainos nubarrones de mediados de otoño grisantearán cada metro de las baquías que adornan el mapa de las tierras subtormesinas. En las orillas del camino a Monterrubio de Armuña se ven algunas cosas. La turista se aparta de la ruta y arrastra el pie igual que un toro amenazando con embestir, porque se quiere limpiar la caca de perro recién pisada. Me cago de risa. Qué viento hace, la bici engrasada rejuveneció y ahora anda como un bb. Dos corredores orillean el pavimento, y saludan con secos ¡Áu! cuando lo pasan a uno por el costado. San Cristóbal de la Cuesta se avista en lo alto, a un kilómetro de distancia, cuando el campanario abandonado despunta detrás del cerro. La tormenta se aleja, dándole paso al sol y a una mariconada de fotoncitos. Pasado el pueblo, el barcito de poca monta y las asociaciones de fomento dicen adiós si uno camina cerca. Camino a casa, 2 kilómetros cuesta arriba, y a punto de terminarlos, en el terraplén cada vez más afeado por los papeles, la tumba de piedra para un ba-báu dice lo humanizado que la familia tenía al perro. Una nube con redondez irregular se atravesó por la estela desarrollada de un avión a chorro, como si fuera un poroso y blanco corazón de Cupido. 

Getsmi solsum!! Mi queridísima tierra subtormesino!


dnld, Otoño 2014